Tras 30 años de carrera, nadie puede ya dudar de que Meshuggah es una de las bandas más grandes del metal extremo de todos los tiempos. Puede gustar más o menos su estilo o propuesta, pero los Umeå han firmado algunas obras maestras en estas tres décadas. Además se han adueñado, con el permiso de Tool, del estandarte del metal progresivo.
Ellos se inventaron el subgénero conocido como djent con sus estructuras rítmicas sincopadas, melodías angulares, acordes disonante. Polirritmos maravillosos, patrones cíclicos de longitud variable con firmas de tiempo más inusuales y riffs limpios tanto pesados como psicodélicos. Todo esto y algo más es el legado que Meshuggah ha dejado al mundo de la música. Unos atributos generalmente interactuados con un alto nivel de tecnicismo.
Los suecos vuelven a la carga tras cinco años y medio de silencio discográfico. Su último plástico fue The Violent Sleep of Reason (2016), un notable trabajo que seguía con la línea "innovadora" de Koloss (2012). Y innovadora lo cito entre comillas pues Meshuggah no innovan en su desarrollo como banda, la innovación fue su nacimiento. Aunque si hay algunas diferencias entre sus discos, el tecnicismo y el caos que son capaces de formar pista tras pista no entiende de evolución o innovación.
El disco abre con los atípicos compases de "Broken Cog". Una canción que si bien te descoloca como entrada, muestra pinceladas de que efectivamente Meshuggah vuelven a la carga. Esa inconfundible batería asincopada o el riff de guitarra de justo el paso del ecuador de la pieza. No es una de sus mejores canciones, pero sirve como larga entradilla a Immutable (si este es su objetivo).
"The Abysmal Eye", su primer single de anticipo del disco, si es un fiel ejemplo de estilo intrínseco. Tomas Haake sigue dominando a placer el sonido de la banda con su omnipresente batería. Jens Kidman te destroza con sus guturales. Suma y sigue en "Light the Shortening Fuse", otra musculosa fiera marca de la casa.
"Phantoms" tiene un poder hipnótico bestial de principio a fin. La amalgama musical que los suecos han compuesto aquí te atrapa en todos los aspectos. En "Ligature Marks" nos regalan unos riffs de guitarra lentos de corte muy alternativo.
Sin entrar a efectuar un track by track al uso, comentar por ejemplo que hay piezas de brutal belleza como "God He Sees in Mirrors" y "Kaleidoscope". Sin mucho riesgo, las piezas musculosas de Meshuggah se muestran intratables en su función de destruir al oyente. En la recta final también encontramos un par de momentos más pausados como la larga "They Move Below" con sus casi 10 minutos de duración o el cierre con "Past Tense".
A resumidas cuentas, Immutable vuelve a dar en el clavo. Meshuggah siguen con paso firme, nunca dando un paso el falso. Situados ya en el Olimpo del metal, con este disco solo agrandan una leyenda ya de por si gigantesca.
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